buscando provisiones [global]

Entré por la ventana rota de aquel titánico edificio, tan grande que por eso mismo era de los pocos que aun quedaba enpie. El olor a sangre era tal, que resuktaba nauseabundo, y las paredes bien podían estar pintadas de rojo, en lugar del azul turquesa al que estaban acostumbradas.

Sin embargo, no me alteré. Desde que entré en la Resistencia, había visitado miles de lugares como éste, por lo que ya no había nada que pudiese sorprenderme. Lo peor había sido el camino hacia aquí, teniendo que viajar a duras penas, ya que mi claustrofobia no me permitía paseos como éste muy amenudo.

Según avancé apenas unos 5 pasos, fuertes ruidos se alcanzaron a escuchar en el piso superior, en la primera planta. Corrí a toda velocidad, esquivando cadáveres en descomposición y huesos de humanos profanados por los infectados y los hambrientos, que en busca de algo que llevar a sus maltratados estómagos, no tuvieron nada mejor que aquellos restos de humanos.

Llegé a las escaleras, que subían haciendo círculos hacia la primera planta. Nunca me había fiado de las escaleras eléctricas, y después del accidente, era el medio menos seguro, por lo que subió por las normales.

Una vez en el piso superior, vi con claridad lo que había sucedido y la procedencia de los ruidos. Cuatro cuerpos, no pude distinguir si de humanos o de infectados estaban esparcidos por el suelo, junto con su sangre y sus vísceras. De mientras, dos personas charlaban animadamente, una chica y un chico, que parece que no habían tenido problemas con la muerte de aquellos cuatro seres. No parecían infectados, pero aun así sacé mi pistola de plasma.

Tras acercarme más, y sin que ninguno de los dos me viese pude diagnosticar que los cuerpos eran de infectados, por lo que estuve más tranquilo con la presencia de los dos chicos. Pese a eso, no guardé mi pistola.

- Veamos, cuatro infectados, una humana y... no sabría bien decir lo que es usted, chico. - dije, de manera de que ambos chavales se dieron la vuelta para observarme, mientras que yo les miraba al tiempo que recogía muestras de sangre de aquellos infectados. Me veía abordado por aquel ser que se encontraba con la humana. Parecía un humano pero... ¿Era algo más? ¿Podría ser...? - Soy Spammer... ¿Ustedes? - me presenté con diligencia y tal vez demasiada tranquilidad esperando la respuesta de cualquiera de los dos.

- ¿Esto? Baah, nada importante... - dije, quitándole importancia a lo que hacia. La verdad, no iba a darle información confidencial a esos dos monigotes que acababa de conocer.

Desde el techo, y cayendo al lado de la chica de pelo castaño, una gotera de sangre (humana, se veía a simple vista) se precipitaba hasta llegar a romperse en el suelo, creando un inquietante sonido. *plic, plic*

El ambiente era difícilmente definible, tal vez la palabra más cercana era deprimente. Y aquellos dos chicos, tan diferentes y al tiempo iguales, ambos con mirada fría pero cercana, los dos tan... insensibles. No sabían lo que verdaderamente significaba todo esto... ¿O en realidad lo sabían demasiado bien?

Una vez terminé lo que tenía entre manos, guardándome los pequeños botes cristalinos en el cinturón, me levanté, dejando los restos de los que anteriormente eran humanos intactos en el suelo. Sentí una fuerte fatiga al alzarme, pero no la mostré exteriormente. Aquel sitio me mareaba... era demasiado amplio... demasiado para mi gusto. Me sentía totalmente incómodo, pero claro... nunca debes mostrar tus debilidades ante los demás, ¿No?

- Diganme, - empecé, para sacar de sus pensamientos todas las preguntas que aún tuvieran sobre mi recopilación de C3032H4816O870S8Fe; o hemoglobina, como bulgarmente se conoce, de afectados. - Shiina y Akira... ¿A qué vinieron? Porque no me dirán que accedieron a éste edificio por dar un paseo. - pregunté con curiosidad. Hay gente que venía por comida, medicina, armas (y de todo esto era casi imposible encontrar nada), pero no tenían pinta de necesidad de esto, aunque no podía saber perfectamente.

La chica sostenía una katana, un arma muy difícil de conseguir últimamente, no sólo por su eficacia contra los infectados (Puede llegar a ser mejor que un arma de fuego, parecido a un arma de láser y casi equiparable a un arma de plasma, siempre y uando se utilice con habilidad), sino por su antigüedad. De mientras, el extraño humano portaba un buen arma de fuego, posiblemente un rifle a juzgar por sus detalles y longitud, pero uno de los buenos. ¿Francotirador?

Había estudiado mucho a lo largo de los años sobre todo tipo de cosas, pero justo antes del "accidente", las armas me habían atraido con tal intensidad, que podía destripar todos los secretos de una herramienta con sólo observarla. Supe al instante que estos humanos tenían una gran habilidad, no sólo por poder librarse de cuatro infectados sin daños corporales, sino por el potente aura que emanaban.

Esperé a recibir respuesta a su pregunta, mientras observaba la puerta automática, que por supuesto ya no funcionaba, ya que la electricidad había sido cortada. (Aquello mismo le había hecho tener que entrar por una ventana) Luego, desvié mi vista hacia la gran cristalera situada en el techo, por la que se podía ver que el día tocaba a su fin, y que la luz que entraba por cada uno de los cristales de el exhuberante edificio pronto iba a agotarse.

Una voz me distrajo de sus pensamientos, llevándome de nuevo al mundo real.